El
e-diario de Sandra
De: diariodesandra@gmail.com
Para:
diariodesandra@gmail.com
9 de diciembre de
2019, 03:25
Asunto: ¡Víctor y victoria!
Hace
ya un rato que Víctor se ha marchado. Hemos ido a cenar para celebrar el éxito
del juicio y, después, al tomar una última copa en mi casa, ha pasado lo que
tenía que pasar. Se ha entretenido en los preliminares hasta que ya no he
podido más y lo he conducido dentro de mí. Hacía tiempo que no sentía que un
placer tan extenuante se apoderaba de todo mi cuerpo, sacudiéndome en oleadas y
acariciándome los sentidos hasta alcanzar el cielo.
Tras
el intenso y desbocado momento de pasión, nos hemos estirado en la cama y, ya
más relajados, hemos charlado un rato. Es muy curioso lo que me ha contado. El
tema ha surgido cuando le he comentado la suerte que hemos tenido de que el
juicio saliera bien, porque si no, no hubiéramos podido disfrutar de este
momento tan especial. Me ha dicho que de suerte nada, que yo soy muy buena
abogada, y ha añadido que él ya sabía que ganaríamos, porque conocía mi
potencial para hacer que las cosas pasaran.
Le
he dicho que no tenía por qué disimular conmigo, que ya sé que es un estafador,
pero él ha insistido. Me ha pedido que mirase en mis recuerdos, que estaba
seguro de que aquello que había deseado sinceramente, finalmente había pasado.
Me he quedado pensativa unos momentos y quizás tiene parte de razón: con quince
años decidí que llegaría a ser abogada, pese a provenir de una familia humilde de
muy pocos recursos; con veinticinco quería entrar como fuera en este
prestigioso bufete, y hace poco deseé intensamente que me asignaran el caso del
atractivo adivino de la televisión.
Por
el contrario, siempre he deseado tener una larga relación y poder formar una
familia, pero nunca ha funcionado. Dice que seguramente es porque hay algo que
me hace creer que ese es un deseo difícil de cumplir, pero que él sabe con
certeza que puedo conseguir todo lo que realmente anhele de verdad. No me lo he
tragado, pues con la hipoteca que tengo y viviendo sola, deseo con toda mi alma
que me toque la primitiva y no hay manera.
Pero
tiene respuestas para todo, pues según él los deseos deben poder cumplirse, no
se trata de magia, sino de confabularse con las leyes de la naturaleza para que
las cosas se precipiten en la dirección adecuada. Hacer que las bolitas de la
lotería se ordenen de una forma predeterminada, cuando dan vueltas en el bombo,
es algo físicamente imposible, dice. O sea, que en el fondo me ha confesado que
es un falso clarividente y que no puede adivinar el futuro. Y con toda
tranquilidad lo ha reconocido, añadiendo que lo que hace es deducir qué cosas
verosímiles desean las personas que le consultan, y les refuerza el
convencimiento de que esas cosas sucederán.
Le
he preguntado cómo se hace esto de los deseos, si es necesario seguir un guion
para pedirlos. A su juicio, los rituales pueden ayudar. Dice que en la historia
y en las costumbres hay muchos ejemplos: desde sacrificios a los dioses hasta
poner velas en las iglesias. No hay una sola manera, hay quien tira monedas a
un pozo o mira la luna llena. Cada uno debe elegir su fórmula para hacerlo, pero
dice que los deseos tendrán mucha más fuerza si los pides en fin de año justo
después de las campanadas.
Por
suerte a mí no me ha hecho falta esperar tanto, en el fondo deseaba ganar y así
poder derribar las barreras que he tenido que levantar frente a sus constantes
insinuaciones mientras duraba el juicio. Pero no me puedo fiar, por mucho que él
diga que mantener una relación estable depende solo de mi anhelo.
De:
diariodesandra@gmail.com
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diariodesandra@gmail.com
1 de enero de
2020, 00:05
Asunto: Lo que me gustaría para el 2020
Sí,
Sandra, te dijiste a ti misma que no creías en estas cosas, pero nunca se sabe.
Ya he decidido cuál será mi ritual: enviarme por aquí mis deseos para este año
nuevo. Me he escapado un momento del estruendo fulgor de la fiesta, y aquí
estoy, en el baño, con el móvil en la mano. Tengo que darme prisa antes de que Víctor
repare en mi ausencia.
Vamos
allá: quisiera llegar tranquilamente a fin de mes, pero tampoco pido que me
toque la lotería, que ya sé que eso es difícil. A ver si me explico; no es solo
la hipoteca que he de pagar, es el coger cada día el coche para ir a trabajar
con el precio de la gasolina por las nubes, es comer siempre fuera de casa, el
salir con las amigas a cenar o de fin de semana, el ir al cine... En fin, vivir
cuesta dinero. Y ya que estamos, también quisiera no tener que ir a trabajar
teniendo siempre a José María en la mesa de al lado, y tener que aguantar su
hipocresía como si no pasara nada, cuando seguro que está pensando cómo
clavarme una puñalada por la espalda. El pobre no superó que en su momento lo
rechazara, poco después de entrar en el bufete, y ahora me la tiene jurada.
Y
hablando de relaciones, por ahora prefiero no pedir nada. Sigo aturdida por el
deseo que se apodera de todo mi ser con solo notar la presencia de Víctor, que
no me deja pensar con claridad. Pero ¿qué pasará cuando la pasión pierda su
fuerza, dejando entrar la estable monotonía del placer conocido, de las
caricias esperadas, que no por anheladas dejaran de ser repetidas? Una relación
estable y un amor duradero no puede surgir tan solo de un deseo escrito a
medianoche. Si ha de llegar ya llegará. La verdad es que también estoy muy a
gusto como estoy, viviendo sola sin nadie con quien compartir mi espacio ni
justificar mis manías. ¡Ojalá pudiera quedarme en casa todos los días! Aunque tampoco
pido que me toque la lotería, que ya se que és difícil. No sé cómo hacerlo, no se me ocurre nada verosímil
que lo pudiera justificar, que no sea una larga enfermedad, y no, esto NO lo
deseo; al contrario, quiero estar en forma y tener muy buena salud.
Céntrate,
Sandra, que estás divagando. Bien, a lo que estamos. Tampoco quisiera parecer egoísta
y pensar solo en mi bienestar. También me preocupa el mundo en el que vivimos.
Soy consciente de que los recursos del planeta no son ilimitados y creo que es
necesario que se relaje un poco esta loca sociedad de consumo que nos tiene abducidos,
así que estaría bien que el ser humano dejara de contaminar tanto el medio
ambiente. ¡Que paren las emisiones de coches y aviones y que vuelva el aire
puro! ¡Dejemos de consumir y comprar todas esas cosas que no son necesarias! La
gente debería salir menos de juerga y pasar más tiempo con la familia. Creo que
se entiende lo que quiero decir.
Ya oigo como dice mi nombre, buscándome, y
noto como las mariposas empiezan a revolotear en mi estómago. Sé lo que va a
hacer: entrará en el baño y me empujará contra la pared para penetrarme de pie,
y yo lo estoy deseando. A él le gusta este tipo de riesgo y sabe que ahora yo también
lo disfruto. ¿Cómo he cambiado tanto? Nunca antes lo había hecho en otro lugar
que no fuera la cama. ¿Por qué tiene este poder sobre mí?
Vuelvo
a divagar y ya no hay tiempo, está entrando. Bueno, sea quien sea quien otorga
los deseos debe comprender que no tengo mucha experiencia en cómo se deben
formular, así que lo que pueda ser, bienvenido será.
De:
diariodesandra@gmail.com
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diariodesandra@gmail.com
1 de marzo de 2020,
19:20
Asunto: Re: ¡Víctor y victoria!
He
entrado a releer el primer mail sobre Víctor y ¡hay que ver cómo
cambiaron las cosas! Todo se fue torciendo poco a poco después de año nuevo.
Además, había algo extraño en él. Algunas cosas que decía, así de pasada como
sin darle importancia, dejaban entrever que no fue tan casual que me asignaran
su caso. Empecé a sospechar que había movido algunos hilos para que fuese así y
también empecé a tenerle algo de miedo, aunque nunca se mostró agresivo
conmigo, eso hay que reconocerlo.
Pero
no podía dejarme llevar hacia una relación estable con alguien que en realidad
seguía siendo una persona desconocida para mí, a pesar de haber convivido tan estrechamente
unos meses, alternando su piso con el mío. Cómo no, él volvió a sacar el tema
de mis temores con las relaciones estables, insistiendo en que era justamente
eso lo que impedía que mis deseos de formar una familia se cumplieran. Pero
esta vez no me dejé engañar por sus siempre persuasivos razonamientos; sus
devaneos con otras eran demasiado evidentes, aunque insistiera en negarlos. Sin
embargo, a pesar de haber finalizado nuestra relación y anulado cualquier
contacto, no logro desprenderme del todo de su influencia, y su paso por mi
vida parece haber alterado el orden de las cosas.
Encima,
ahora tengo a José María en el trabajo maquinando todo el tiempo en mi contra. Se
ha lanzado a una cruzada para desacreditarme, haciendo correr el rumor de que
mi relación con Víctor comenzó durante el juicio y no después. ¡Será canalla!
Ya me lo advirtió Víctor: al cumplirse un deseo se altera el curso natural de
los acontecimientos y es posible que algunas personas salgan perjudicadas. Es
lo que él llama efectos colaterales. Pero qué estoy diciendo, otra vez Víctor. Sin
darme cuenta vuelvo siempre a él. Tengo que deshacerme de esta nociva
influencia y pasar página. ¡Basta ya! ¡A la mierda Víctor, José María y todos
los hombres! Solo quieren poseerte y, si no pueden, intentan hundirte.
De:
diariodesandra@gmail.com
Para:
diariodesandra@gmail.com
1 de mayo de 2020,
14:05
Asunto: Re: Lo que me gustaría para el 2020
Esta
mañana me he levantado pronto para salir a correr. Por fin podemos salir a
hacer algo de ejercicio, aunque solo muy temprano por la mañana. Más tarde,
tras la enésima videoconferencia de trabajo, he podido por fin hablar con mi
hermana. Hasta ahora Yolanda no tenía mucha cobertura en el pueblo, pero dadas
las circunstancias, el Ayuntamiento ha habilitado un wifi abierto para todo el
municipio, mientras dura esta inusitada situación.
Aún
estoy temblando. Hemos estado comentando el vídeo del exgeneral ruso que me ha
enviado por WhatsApp. El tipo ve detrás de todo esto fuerzas escondidas para
controlar la densidad de la población y limitar las libertades de la gente. Mi
hermanita siempre ha sido demasiado crédula con estas cosas, y le he hecho ver
que lo que de verdad da miedo es que altos mandos militares, influidos por sus
propias paranoias conspiratorias, puedan tomar algunas irreversibles decisiones.
Le he puesto ejemplos de cómo, si uno quiere, podría deducir una conspiración
de lo que está pasando ahora detrás de cualquier cosa y, de repente, me he
quedado helada al recordar el mail de la fiesta de fin de año. Me he
medio mareado y le he puesto una excusa rápida para colgar.
He releído los ya casi olvidados deseos. ¡No puede ser! ¿Quién era Víctor en realidad? Desde que comenzó todo esto desapareció de la televisión. Acabo de llamarle al móvil y una voz me dice que es un número inexistente. ¡Dios mío, los efectos colaterales! ¿Habré vendido mi alma al diablo? ¿Y los muertos? ¿Y los cientos de miles de muertos en todo el mundo?
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